jueves, 13 de agosto de 2009

Contrapunto

Yomaira, Pimentel
8-797-331



Imágenes de Panamá en un siglo de poesía.
Una visión cubana

Rogelio Rodríguez Coronel


El poeta, ser individual, es un resonante colectivo. Su manera de sentir la muerte, el destino, la vida o el amor, supone una mirada compartida o que ansía compartir con los suyos, y allí encuentra acogida por el reconocimiento. La imagen de Panamá se adelgazaría si no se conocieran, por ejemplo, la poesía amatoria de Elsie Alvarado de Ricord o la religiosidad profunda de los poemas de Ros Zanet; se enriquecería esa imagen si se leyera La canción del pordiosero, de Pedro Corre, y Los susurros de la casa, de Mariafeli Domínguez.
La reivindicación de lo hispano, gloria pasada que se perpetúa en el presente, aparece en los serventesios de “Portobelo”, “patrio orgullo viejo”, como de igual modo, tal vez con mayor ímpetu, puede observarse en los endecasílabos del soneto “La torre de Panamá la Vieja”, de Enrique Geenzier, y es grito de reclamo en “A España”, para fijar señas de pertenencia a una raza y a una lengua:

[…]
madre de esta tierra americana
que desde Río Grande al cabo de Hornos
alienta con sus jugos a una raza
por cuyas venas, en secreto impulso,
discurre sin cesar tu sangre hidalga
y cuya lengua es la armoniosa lengua
que hablaron Don Quijote y Sancho Panza.

Con el blasón hispánico como escudo y la leyenda como origen, con el orgullo de la lengua legada por los ancestros para nominar un entorno natural distinto (donde el sol es más refulgente, el cielo más claro y el mar es más sonoro), con el canto y el sollozo de una raza joven, y motivos que engalanan la vida y al hombre de campo esa “vía vegetal”, interiorana, descrita por Rogelio Sinán.
Durante la posguerra, en Panamá se acentuó la inestabilidad política y las tribulaciones económicas continuaron con una enorme inflación, a lo cual se agregó el incremento del desempleo; las huelgas y las manifestaciones se sucedieron con frecuencia. Pedro Rivera publica su primer libro en 1956, Panamá, incendio de sollozos, donde hay un poema que revisa, críticamente, el momento fundacional de la patria:

En 1903
Fue Panamá capullo de agonía.
Fue tiniebla trenzada en las hogueras.
Mariposa violada por los potros
Que bajaron del norte destrozando
[…]
Así nació mi patria. Fue vendida
Su libertad, su sangre, su palabra.
Fue vendido su origen, la ciruela
De su vida inicial y su mañana.
Y su inmenso corazón de océanos. […]
En términos generales, la voz del poeta, a través de la espinela- como cuba, forma estrófica privilegiada por el hombre de campo-, ha dejado registrados los empeños del pueblo panameño en aquellos años. Su “Que se vayan del Canal” sintetiza una demanda popular que se haría realidad muchos años después, exigencia que se hace sueños en las décimas aparecidas en 1972, “Cuando la zona sea mía”.
Elsie Alvarado de Ricord, desde la indignación, escribe “A los héroes panameños”, cuyos magníficos y purísimos endecasílabos preguntan:

¿Quién ha osado segar este prodigio
de corazones jóvenes, colmados
por más de medio siglo de injusticia,
vivas antenas que captar sabían
los acentos más hondos de la patria?
[…]
¿Por qué regáis la muerte en nuestro suelo
Desleales inquilinos zoneístas?

Nombrar los héroes y mártires con sus nombres propios fue un elemento recurrente en la poesía suscitada por los acontecimientos del 9 de enero de 1964. Fijar esos nombres en el poema era otorgarles una vida inmortal. José del Cid, Ascanio Arosemena, Alberto, Teófilo, Rogelio, Ricardo, Rosa… viven para siempre en esos poemas. Sin embargo, los nombres de los mártires de ese día de 1989, no tuvieron esa oportunidad:

En la vigilia sin fin de la noche de la ira
Envueltos en truenos con garfios incontenibles,
Sin cesar, sin reposo,
Eternamente hurgando en sus oídos, estallarán
Como un clamor de espantapájaros revividos
Los gritos de los que murieron
Sin ocasión siquiera de dejarnos sus nombres.
[“La noche de la ira”]

Un siglo de imágenes de Panamá, del istmo, de la nación, de sus angustias y esperanzas, ofrecidas en su poesía ha querido apresar.